La ciudadanía bogotana deja de lado muchas cosas que resultan tener
un valor simbólico muy importante, como lo es el gremio de los vendedores ambulantes, que siempre han estado presentes y que
aún así no son tomados en cuenta por los habitantes y mucho menos
por el Estado, dando paso a la invisibilización del gremio y a todas
las problemáticas y necesidades que este conlleva.
Proble-mática
espacio
El gremio de la venta informal se encuentra en una desterritorialización constante, por lo que se considera multiterritorial, es decir que, estas personas tienen un alcance sobre muchos territorios de la ciudad y no se establecen de manera permanente en un espacio/territorio para el beneficio de su propia sobrevivencia. El espacio que suelen ocupar estas personas, son por lo general las calles, las aceras y los andenes, en donde enfrentan de manera trágica la problemática de ser perseguidos por la policía a causa de invasión del espacio público.
Las autoridades policiales no son su única preocupación, puesto que muchas veces el Estado ha fracasado en reglamentar y ejercer control sobre el negocio de las ventas en el espacio público. Este fracaso ha creado un vacío ideal en las calles de Bogotá que ha establecido la entrada de grupos a los que se les denomina “mafias”, estas personas se caracterizan por estar armadas, buscan la rentabilidad de los espacios que ocupan los vendedores informales, exigir una carga monetaria a los dueños de estas actividades a cambio de proveerles un espacio determinado y ofrecerles seguridad ante una amenaza de carácter real o imaginario. Las tarifas de cobro, van desde 40.000 pesos hasta cinco millones y aún más por el arriendo de esquinas o andenes, haciendo que el dinero pase de unas manos a otras sin que la ciudad se beneficie de la ocupación arbitraria de sus espacios públicos. Sumado a esto, los vendedores ambulantes se enfrentan a todo tipo de condiciones ambientales, lo que muchas veces define su rentabilidad dia a dia.
Proble-mática
mafias
Proble-mática
coronavirus
La venta informal es uno de los sectores que presenta mayor afectación económica por la cuarentena obligatoria debido a la coyuntura mundial de la pandemia del covid-19, ya que por no estar dentro del sistema de seguridad social, no cuentan con un auxilio económico por parte del estado, para así mantener un ingreso que les permita subsistir en medio de esta crisis. Sin embargo, si estas personas no reciben ningún tipo de ayuda por parte del gobierno, lo más probable es que incumplan la normativa de quedarse en casa, puesto que de alguna manera deben conseguir el dinero para poder satisfacer sus necesidades de primera instancia.
Según un informe sobre la vulnerabilidad al coronavirus elaborado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, “solo el 21% de los hogares dependientes de la informalidad y el 13,4% de los hogares vulnerables se benefician de los programas gubernamentales”. Es decir que, debido a la situación actual, “el 79% de los hogares dependientes de la informalidad y el 8% de los hogares considerados como vulnerables, no recibirá ayuda por parte del estado, lo que constituye a un punto de partida para la ampliación de programas como medida de mitigación de los impactos que ha generado la pandemia. Además de que este gremio no genera ingresos para subsistir, también está expuesto a contagiarse y tener problemas de salud, puesto que en su mayoría, los vendedores ambulantes son personas de edad avanzada, las cuales resultan ser las más vulnerables por las condiciones actuales que ha generado la pandemia y no cuentan con acceso a los servicios médicos pertinentes.